MSc. Prof. Fidel Miranda Silva
Historiador - Escritor
SER PARAGUAYO NO ES IGUAL A PARAGUAYO
El ser humano por naturaleza,
culturalmente obedece a un padrón de ciertas categorías, que se identifica con
su gentilicio, es decir, no es suficiente decir que eres paraguayo, si no expresa
con tu comportamiento esas cualidades como tal, que es la identidad cultural
para representar a la nación, con sentido de pertenencia a ese grupo de persona
que siente y comparte espacios y costumbres comunes.
El paraguayo es dócil, ameno,
hospitalario y comparte el sentido de pertenencia del arriero porte. Le gusta
la farra, la polca, el asado, compartir una fiesta con amigos, etc. Defiende su
identidad de pertenencia, ante invasiones culturales extra fronteras, que
avasalla tratando de imponer la transculturación con la intención de eliminar
la autóctona.
El paraguayo comparte espacios
iguales sin distinción de personas, no es despectivo, mucho menos se cree
superior a los demás; respeta a las personas, tan igual a los niños, jóvenes,
adultos, uniformados, enfermeros, etc. Con esa práctica natural de urbanidad,
demuestra que es igual a los otros que también sienten y actúan en igualdad de
condiciones, siempre estamos hablando dentro de la sociedad paraguaya, heredada
de los antepasados.
Debemos excluir de esa praxis de
la buena costumbre de la paraguayidad, a los que hacen ostentación de poderes
políticos y económicos, a los que accedieron por medios ilícitos o por
conductos no deseados, transgrediendo el derecho de la igualdad de
oportunidades.
Un paraguayo respeta a los demás,
lo trata de igual a igual, sabiendo que un trato despectivo, generará automáticamente
una posición de defensa, en donde desaparece la razón y aflora la pasión, que
generalmente desequilibra las emociones generando violencias, tantos verbales
como físicas, inclusive puede ir más allá, causando crímenes indeseados.
Un paraguayo le mira al otro como
a su igual, no lo mira por encima del hombre como inferior al sí mismo,
sabiendo que son de la misma estirpe, de la misma nación y de la misma
naturaleza. El paraguayo lucha por sus derechos, por más que se sienta
avasallado por la corrupción, no se calla, sale a la calle a reclamar; ha
alcanzado varios logros por esas manifestaciones contraria a las arbitrariedades
de los poderes fácticos.
Por todo lo expuesto, es
importante analizar bien al paraguayo.