Prof. MSc. Fidel Miranda Silva
Historiador - Escritor
COMBATE A LA POBREZA – ¡RETÓRICA!
Después de la “dictadura” que
invocan los “demócratas”, los puntales fundamentales de una campaña política,
siempre fue y hasta hoy, la Educación y la Salud. Ambos baluartes son temas de
larga discusión entre lego, vulgo y aquellos “mejores formados en el
conocimiento académico”, incluyendo las autoridades de turno que ejercen la
conducción de la cartera de estos ministerios.
La Salud y la Educación son gratuitas
según la Constitución Nacional, se lee por los periódicos y se escucha por los
medios masivos de comunicación radial y televisiva.
Con relación a la primera
Necesidades Básicas Insatisfecha (NBI) carencia de acceso a la salud, en toda
la república. En las campiñas más alejadas de las ciudades de cabeceras, en
donde se encuentran instaladas un centro asistencial de Salud, las personas que
necesitan acceder a esa atención “gratuita” deben peregrinar por varios
kilómetros para llegar a algún nosocomio, para prolongar un poco más sus
padecimientos y agonías.
Deben llegar a esos lugares
asistenciales a la madrugada, algunos incluso duermen en esos locales, para ser
acreedor de uno de los 10, 15 o 20 números que le van a entregar para ser
atendido por un “matasano”. Si por acaso están en la fila esperando desde la
madrugada más de 20 personas, al resto ya no les alcanzan, con el agravante que
el médico de una determinada especialidad solamente atiende una vez por semana.
Algunas personas con suerte después
de largo tiempo de peregrinar, consiguen ser atendidas por algún trabajador de
blanco, (otras ya nunca más vuelven porque se lo ha llevado “San la muerte”),
al salir del consultorio con sus indicaciones, observa el papel escrito como un
garabato ilegible y se dirige a la farmacia de la institución, donde el encargado
le manifiesta que esos remedios no hay, que debe comprar en frente, etc.
Con relación a la prohibición de la
adquisición del antibiótico en las farmacias sin recetas, arrincona más a la
población vulnerable a los pobreza y extrema pobreza. Para conseguir una receta
en los hospitales públicos, representa toda una odisea, amén de esa situación,
el pobre que apenas tiene para comprar la medicina que necesita, debe pagar
tres o cuatro veces más lo que cuesta, por conseguir una receta.
No existe datos estadísticos que afirme
una mortandad en masa por consumo de antibiótico, inclusive existe un estudio
realizado por el MSP y BS, referente al uso del antibiótico en la encuesta de
hogares. Ha registrado que el 39% de los encuestados que usan antibióticos lo hacen
sin prescripción médica.[1]
Con la medida antisocial que ha
adoptado por el Ministerio de referencia, inclusive desconoce el estudio
realizado por ellos. Una receta cuesta 150.000 Gs. y una amoxicilina para
infección de la garganta cuesta 30.000.- Gs. Con esto, estamos lejos de
colaborar con el gobierno central, menos aún de reducir la pobreza. Al
contrario, generamos más pobres y le privamos a ellos a prolongar su vida por
culpa de una receta. Con esto, se potencia a los matasanos y a los sanatorios
particulares que sigan mercando por la salud humana en detrimento de los más
vulnerables.
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