Prof. Magíster Fidel Miranda Silva
Historiador - Escritor
LA POLÍTICA Y LA RELIGIÓN
La política es el arte de gobernar, persigue el Poder y
el dinero; la religión es el arte de persuadir, persigue el Poder y el dinero.
En cuanto al comportamiento social de ambas instituciones, con relación al ser
humano son iguales. La política somete al pueblo para ser gobernado e imponer
los deseos de los gobernantes, esquilmando a los que están en función de
dependencia del sistema de gobierno. El comportamiento social de los políticos
está permeado por la corrupción en todas sus dimensiones, que al final es el “mejor”
entre los peores y esa es la razón para que se les sigan votando, y dejarse
someter a sus voluntades, para que sigan robando.
La ceguera es tal que obnubila la posibilidad del uso de
la razón, para diferenciar lo bueno de lo malo, concepto religioso para hacerte
sentir culpable de algo que no hiciste. El robo por parte de ellos es
asqueroso, aparecen nuevos millonarios del día a la noche, ostentando
orondamente las riquezas mal habidas, que “gracias” a los que le votaron están
en la “cumbre del estadio social exteriorizado”.
En los últimos tiempo se ha dado un despertar, esos
políticos corruptos y ladrones de lo que hacemos referencia, hoy en día no pueden
salir a recorrer lugares públicos con sus familias; son escrachados, repudiados
y vociferados por la ciudadanía, quienes se dan cuenta que ya no es posible
convivir con gente de esta calaña.
Con relación a las religiones en general, sucede lo
mismo. La práctica de la corrupción en este ámbito es más variado, están los
pedófilos con sotanas, los embaucadores desde el púlpito, los engañadores que
recorren por las calles para llevar “ovejas a sus rebaños”, utilizando el
nombre de un “Dios” inventado hace 2.000 años, olvidándose que la civilización
humana data más de 10.000 años, comprobado fehacientemente.
Lo peor que este sector genera el sentimiento de culpa a
los adherentes, haciéndoles sentir que son “pecadores”, un término inventado
para mantener en zozobras a sus seguidores. Este es el mecanismo para mantener
en constante temor. A cambio de este temor les “ofrecen la salvación”. Lo que
no les explican a los seguidores, de qué les van a salvar.
¿Acaso el hombre está predestinado a sufrir eternamente? ¡NO!
El hombre está predestinado a vivir eternamente, solamente depende de él, no
existe ninguna fuerza externa que influya o debe influir en su comportamiento
espiritual, más que él mismo, si no renuncia a la injusticia, a la dominación,
al sometimiento, no podrá ser libre y feliz.
La salvación debe practicar el hombre en su interior,
salvarse de todo sistema de corrupción, de los ladrones, de los embusteros, de
los opresores, de los generadores sentimiento de culpa y carga de conciencia,
entonces el hombre definitivamente será libre y estará a salvo de los “buitres
humanos” inclusive de su propia conciencia. Debemos escrachar a los pedófilos,
a los mentirosos que utilizan un nombre de “la deidad inexistente” para amasar
fortunas y orondamente disfrutar de ella, so pretexto que es bendición de “Dios”,
mientras tantos los fieles, los seguidores de la “salvación” viven cada día más
pobre y miserable engañado eternamente.
Los diezmos y las ofrendas son del “SEÑOR”, si no das
esas ofrendas, está robando al “SEÑOR”, y el que roba a “Dios”, va directo al
infierno. También no explican que ellos, los embaucadores son el “SEÑOR”.
En nombre de “Dios” infunde temor, para que aquellos que
temen a la muerte, permanezcan en sujeción a los ladrones inescrupulosos.
Una vez que te asustas de la muerte, te asustas de la vida.
El arte de morir es también el arte de vivir. Morir como ego y renacer como un
no-ego, está en tus manos y en tu mente liberarte de las mentiras.
Un hombre nunca puede ser feliz en el cuerpo, porque es una
prisión. Todo a su alrededor son paredes; estás encerrado en una prisión. No
parece una prisión porque la prisión camina contigo, dondequiera que vaya va
contigo, por eso no la percibes como una prisión. Una vez has conocido una vida
sin el cuerpo, una vez que has sido capaz de salir del cuerpo; aun por un solo
instante, verás en qué manera estás aprisionado, de qué modo estás encerrado, libérate
para ser feliz.
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