LA PARANOIA DE UN PARAGUAYO
La razón es y
debe ser la tesis que plantea el ordenamiento jurídico y político del Estado
Paraguayo, entre los habitantes que componen el estrato político y social; es el
respeto al orden constituido, es la norma esencial que surge de la ley natural
que rige el funcionamiento de toda organización que emana de la voluntad
popular. En ese contexto resalta como regla fundamental el estado de derecho. El
derecho igualitario que posee todo ciudadano, sin distinción algunas, art. 47
de la C. N.
Si bien es
cierto que la corrupción en el ámbito político permea por doquier, al igual que
en las instituciones públicas, no le faculta a ningún individuo a sobreponer su
“superioridad” con el afán de imponer “justicia o castigar” a los corruptos
(existen los estrados pertinentes para el efecto). En un estado republicano,
los poderes están divididos y poseen autonomías en sus funciones; ningún miembro
como tal, se puede atribuir superpoderes exaltados para dilucidar o deslindar responsabilidades
particulares, excepto con decencia y respeto, inherente a la naturaleza humana,
y denunciando ante órganos competentes.
Las personas que
sufren de paranoia racional, cuya actuación hace alusión al primero, ostentan
el espíritu de superioridad ante cualquier mortal que se cruce en su camino.
Todas las personas son inferiores a él, por consiguiente, todas son corruptas,
ladrones y cuantos adjetivos calificativos despectivos, les atribuyen a los
mortales de dos patas, que participan en actividades políticas y sociales al
igual que él. No existe ni una sola persona digno de respeto para “la raza
superior”. Así como manifiesta la Biblia, “por
cuanto todos han pecado están destituido de la gloria de Dios”. Rom. 3:23.
Cuando se
expresa “todos”, él se excluye, el complejo de superioridad aflora como “raza
superior”. Como dice un adagio popular “Es fácil ser honesto después de tener
dinero”.
Apenas por
nombre tiene “Paraguayo”, pero su nacionalidad es norteamericana, no tiene
sentido de pertenencia de un verdadero patriota, es una persona que denota
aversión hacia los paraguayos, es parecido a aquellos legionarios que vivían en
la opulencia, que vinieron desde Buenos Aires a pelear en contra los
connacionales.
Es fácil ser “Paraguayo”,
después de haber crecido en cuna de oro, recibió la mejor educación en los
mejores colegios nacionales y extranjeros, a expensa de su honorable padre que
realmente estuvo al servicio de la patria, gozando de los privilegios que muchos
compatriotas hoy gustarían de tener para sus proles.
La buena costumbre
de un pueblo se nota en su comportamiento, el respeto mutuo entre sus
habitantes. Es una verdadera lástima, que un comportamiento social desviado,
opaca la posibilidad real de poner al servicio del país un conocimiento tan
valioso que se posee.
No es denigrando
a las personas que se construye una sociedad mejor, sino fortaleciendo a las
instituciones públicas para que funcionen como debiera, y no destruyendo. No se
puede instrumentar a la razón ni a la locura, para ir cometiendo desordenes,
agrediendo a diestra y siniestra a las personas, so pretexto exaltando el
complejo de superioridad. Las agresiones, físicas o verbales, conllevan a la
criminalidad y a la marginalidad, es decir que la racionalidad se convierte en
paranoia social instrumentando a la razón.
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